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Publicado el viernes, 1 de octubre de 2010 @ 21:58 | Ir al inicio

El sufrimiento no termina, solo basta que comience la paz

Sus ojos se abren, inútiles, cuando ya ha llegado al lugar que el destino le había indicado.
Sin mover más que su mano, acomoda su largo y dorado cabello tras su cabeza.
Sus pequeñas manos se aferran al bastón decididas a realizar cualquier acción, y lo mueve, palpando la tierra de forma sutil, sin resignación, más bien dejando en cada golpe una profunda marca de esperanza y libertad.
Está alejada de todo lo que alguna vez la dañó, ahora solo quedaba paz. No mas golpes, no mas gritos, no mas lástima. Ahora no escuchaba esas palabras de "apoyo" que la gente le brindaba en la calle, hipócritamente... "No todo está perdido"... ella sabía que eso era una mentira, no era necesario intentar ocultarlo, ella misma lo había entendido a través de su corta vida.
Ahora estaba lo suficientemente lejos de todo, como para sentir por primera vez paz.
El viento resoplaba en las rocas y ramas secas de las montañas aledañas, y, sintiendo que ahora el camino se estrechaba, soltó el bastón.
Ya no pasaba por su mente el pensamiento de siempre:Su padre, ebrio, repartiendo golpes por doquier, su madre llorando, gritándole que es su culpa por ser anormal o el sonido de los fósforos dentro de la caja que llevaba todos los días para vender en las calles, y el rechazo del mundo, perceptible en el aire.
Ahora solo pensaba en el sonido del agua, muy abajo, cerca de algunos animales buscando vivir.
Por primera vez era feliz, su vida era el presente, lo que ahora hacía, caminar en esta ruta estrecha, cada vez mas estrecha.
Sentir el viento acariciando su cara, ah caricias... que ternura, que compasión... recibía ahora el cariño que le habían quitado.
Sus manos se alzaron para equilibrarse mejor, ahora que la pendiente era casi un hilo.
De pronto se detuvo, cerró sus ojos nunca sacados de la oscuridad, suspiró, una sonrisa cubrió su rostro y se dejo llevar.
Se dejó llevar por la emoción y la felicidad, por la tranquilidad, por la paz que ahora la inundaba y que no la abandonaría nunca más.
El aire acariciaba mas fuerte y agresivamente su rostro, mientras su corazón observaba tranquilo, como se acercaba lentamente a los pies de la montaña... al final de su sufrimiento... o tal vez al comienzo de la paz...

Oziel.-

Etiquetas: cuentos

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